Debo de confesarlo,
llevaba tiempo sin leer un libro, o por lo menos empezar un libro y
terminarlo.
Mi hermano un día como
cualquier otro me preguntó si había visto "Gravity", de
Alfonso Cuarón. Que él quería verla. Yo le dije que sí, y ¿qué
tal?, me pregunto. A lo cual yo contesté que por poco más de siete
euros te llevaban al espacio. Pues lo que pasa con esta novela es
eso, que por poco más de un euro te lleva a México DF.
La historia transcurre
entre dos amigos que llevan tiempo sin verse, Fernando y Javier.
Ambos soñadores a su manera. Pero esta relación es sólo el
pretexto para comer tortas, frijoles, chili, o una quesadilla. Para
beberse una copa en un local de moda, o escuchar música en un sitio
tranquilo a la luz de las velas, discutir sobre política, música,
religión o incluso recitar poemas, o famoso poema de Cyrano de
Begerac. El libro en sí no tiene grandes pretensiones, y eso es lo
que lo hace especial; es como ese vaso de leche que se toma uno antes
de dormir, no es sofisticado, ni caro, ni gastronómico, pero que
bien sienta antes de tumbarse en la cama. La escritura es impecable
y el ritmo al principio acelerado se vuelve cada vez más pausado,
dando paso a la reflexión y añoranza (como la vida, ¿no?). Por
último quiero recalcar lo bien dibujados que están el los
personajes de Fernando y Javier, ambos soñadores, uno atrevido y
descarado, siempre hablando del futuro que seguro que vendrá, el
otro cultivado y sereno, sabedor de sus limitaciones y que a veces no
es suficiente con el talento; Quijote y Sancho, tan distintos y a la
vez ambos atrapados en la misma aventura.
Un cordial saludo,
Nicolás.
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